“Donde realmente reside la belleza está en los ojos de quien la contempla” J. Soler
Es bueno que queramos sentirnos bien con nosotras mismas y es humano querer agradar. Ahora bien, si asumimos los requisitos sociales establecidos, puede resultarnos difícil. Me refiero a igualar los criterios físicos y estéticos como de modelos jóvenes y atléticas, conseguir ser exitosa profesionalmente, ser una madre ejemplar, etc. ¿Crees que es realmente el cuerpo que tienes, a lo que te dedicas, o lo que quieres aparentar ser lo que te define como persona, como mujer?
Caemos fácilmente en la tentación de creer que si logramos estos estándares, seremos el ideal que suponemos que tenemos que ser, y así seguro que obtendremos reconocimiento y nos apreciarán más. ¿Pero el reconocimiento de quién? ¿De la familia, los amigos, de la pareja, de los superiores, los compañeros? ¿Y el tuyo propio en qué lugar lo dejas? Este es muy importante. Cuando no te aceptas, no te puedes dar este reconocimiento, porque sientes que no lo mereces. Por lo tanto, esperas que te lo den los demás. ¿Pero qué pasa si no te lo dan, o al menos no como tú quieres? Por ejemplo, si no les gusta tu cuerpo, tu peinado, como te vistes o lo que decides hacer o no hacer con tu vida.
Si percibes que no te valoran, no te aceptan, no te aprueban o te rechazan, según como sean tus patrones de pensamiento y funcionamiento automatizados (inconscientes), puedes interpretar que no vales lo suficiente. ¿Lo cambiarás para que te aprueben? ¿Y si no puedes? Esto te puede mermar la autoestima y te puede posicionar en un rol de víctima, es decir, te desempoderas. Dicho de otro modo, le estarás dando a los demás el poder de hacerte feliz (o no), cuando la realidad es que no depende de nadie más que de ti.
Cuanto más arriba establezcas el listón para sentirte orgullosa de ti misma, más probable es que te estreses y te acabe afectando a la salud emocional. Una cosa es ponerte objetivos o un listón que te motive a mejorar o accionar para avanzar, y la otra es que eso mismo te acabe bloqueando y limitando.
Por otra parte, frecuentemente nos comparamos con otros. Hacerlo es una función biológica arcaica del cerebro que sirve para saber si te enfrentas a una presa, un similar o un depredador y tener la capacidad de reaccionar en consecuencia. Así pues, es una conducta natural, todos lo hacemos inconscientemente. Si observamos personas que nos sirven de referente para aprender y mejorar todo va bien. El problema viene cuando nos comparamos constantemente y negativamente con quien hace lo que queremos hacer o con quien tiene un aspecto que nos gustaría tener, o con quien ha alcanzado determinados hitos (profesionales, económicos, de pareja …..) y nosotros no. Si siempre nos sentimos menos que el otro, nunca llegamos al nivel que nos imponemos para satisfacer determinadas expectativas, sean realistas o no. Resultado: baja autoestima y sensación de frustración, fracaso, o impotencia.
La esencia de la feminidad es intuitiva, creadora, armonizadora, regeneradora, inclusiva, amorosa … La conducta más territorial, enfocada a competir, a dominar, a luchar y conquistar es el aspecto más masculino que hemos ido reforzando para podernos equiparar a los hombres en una sociedad machista que nos ha marcado las normas de juego. Podemos bascular entre el uno y el otro según las circunstancias, la etapa de la vida o la edad. Conocernos bien nos puede ayudar a tener un buen balance y disfrutar al máximo de nuestro potencial.
Tú y sólo tú eres la protagonista de tu película. ¿Te la puedes imaginar sin las inseguridades y los miedos que ahora te limitan? Es posible. Hay metodologías que te pueden ser de ayuda si tú sola tienes dificultades en conseguirlo. Con la Desprogramación Biológica, por ejemplo podemos averiguar cuándo y cómo has grabado ciertas experiencias de manera que puedas hacerlas conscientes y cambiar los automatismos negativos. Con la Programación Neurolingüística, entre otras cosas, podemos potenciar tus habilidades personales, para que las puedas utilizar en aquellas situaciones donde te sientes bloqueada. Con el Coaching podemos trabajar tu objetivo, ver si es factible, otras opciones posibles, diseñar el plan de acción, etc. Estas metodologías, junto con otras, se complementan muy bien para hacer un trabajo completo de autoconocimiento, crecimiento personal y transformación. También sirve en casos de personas con enfermedades, en paralelo al tratamiento médico.
“Una medalla de oro es algo maravilloso, pero si tú no eres lo suficientemente sin ella, nunca serás suficiente con ella” (le dice el entrenador al atleta, en la película americana Cool Runnings).
Artículo original publicado en catalán en la revista Gidona de marzo 2018.